Para ti, que compartes conmigo este trayecto.

martes, 31 de mayo de 2011

Ahora mismo.

Walt Whitman, 1819-1892.



"Parecía un dios anoche, sentado en un sillón de terciopelo rojo, todo el cabello blanco, la barba sobre el pecho, las cejas como un bosque, la mano en un cayado".

José Martí.


"Not I, nor anyone else can travel that road for you.
You must travel it by yourself. 


It is not far. It is within reach. 


Perhaps you have been on it since you were born, and did not know.
Perhaps it is everywhere - on water and land." 


Walt WhitmanLeaves of Grass.

lunes, 30 de mayo de 2011

Casi el cielo.



…Y el aire entró con dedosde azahar sobre todos los dormidos:mil años de aire, meses,
 semanas de aire,de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos 
ilustrando el solitario recinto de la piedra”.

Alturas de Machu Picchu, Pablo Neruda.



¿Qué es lo que hace que un lugar se considere sagrado?
¿Qué nos hace significativo un objeto y un momento?
¿Qué hace que una idea nos genere asombro y estupor?

Yo lo entiendo y lo vivo como el valor que les adjudicamos según la carga emotiva o simbólica que nos representen. Así, de acuerdo a la historia que hayamos vivido en ellos, con ellos, nos convierten en coleccionistas de instantes, en conquistadores de momentos preciosos que conservamos en nuestra memoria afectiva.

Y lo hacemos desde un lenguaje e ideario personal, con un abecedario único, con una marca de posesión. Un rincón donde besamos apasionadamente adquiere categoría de altar; un sillón donde se intercambiaron caricias se venera y se consagra, y una cama de hotel se convierte en un santuario de deseo y placer. Caminar por una ciudad se traduce en una experiencia imprescindible. Cruzar miradas, escuchar zumbidos y el ajetreo de las nubes.

Esos eternos instantes que te hacen amar un lugar.

Pero hay también sitios que de manera particular se escogen para iniciar una historia, para cerrar una herida o cumplir una promesa. Emociones inéditas que nos abren puertas, que nos acorralan en rincones con paredes tatuadas de escenas, momentos imaginarios, sensaciones que tiritan en cada hueco de la piel y se instalan en cada poro. Se enquistan en el corazón.

Así fue Machu Picchu: melancolía, acordes con claves, señales del viento, plegarias, tersos recuerdos sustentados, escenas inolvidables, mensajes subliminales y un grito.

Tu grito lo más cerca del cielo.


Un beso.


Foto: A. Robledo
La fiesta seguía, y ahora era Emelina la que se levantaba de su butaca para bailar al son de los sones con el cuerpo y el alma, y algo más allá indefinible. Los ojos rasgados, miel, le brillaban. Las manos se movían por sí solas, acompañando el sincopado ritmo de los hombros. Su vestido, liviano y húmedo por partes de tanto sudor, iba detrás de ella cada vez que se inventaba una vuelta para después, cuando ella se detenía, enrollársele sobre los muslos, sobre esos muslos firmes y morenos que todos querían ver y sólo podían imaginar. Los hombres formaron un círculo a su alrededor. Las mujeres, de una en una, de a dos, ingresaron en él. Unas querían demostrar que también ellas sabían, otras se dejaban llevar por los sentidos sin importarles los patrones, el esposo, el amante o los hijos, se dejaban llevar por la música y el viento, por el calor, por el alcohol que creían sentir en sus venas, bajando hacia las manos y las piernas, y subiendo luego más despacio, incontrolable del todo. Cuando escucharon la lejana melodía de un clarinete que se mezclaba con las guitarras y las congas y los vasos, imaginaron o vieron serafines danzantes.
Emelina cerró los ojos como para no abrirlos nunca más, como para meterse dentro de aquellas notas y compases y sentirlos recorrer sus vísceras, pues la melodía era su rumbo y las letras eran ella, e imaginaba que todos sus años de ir y volver eran aquella canción, no había nada más ni nada menos, sólo ella, Emelina, y la música para hacerla suya, para ser esa canción, y a medida que el clarinete se hacía más sonoro mayores eran sus angustias, angustias felices, pero angustias, angustias por no ser capaz de poner en palabras sus sensaciones, angustias porque cuando abrió los ojos tenía el clarinete a medio metro y don Santiago la observaba, pero ella no podía discernir entre realidad, sueño y deseo. Fue deseo, y también sueño y realidad, un instante nada más que intentaría recordar por el resto de sus años. Un beso.

Fernando Araújo Vélez.



jueves, 26 de mayo de 2011

Querida Leonora:

Leonora Carrington, (1917-2011)



Tejes piezas con tus hilos, Leonora.
Juegas a hacer magia con pinceles y nos llevas a espacios imposibles,
a jardines delirantes.

Hablas y vuelan aves con tu aliento,
pintas y paisajes se transforman en rituales.

Llevas en tus manos talismanes de estrellas y sortilegios de sueños.

Te construyo un camino de fantasía y lunas
para que duermas con la puerta abierta.

Y no encuentres impedimento alguno,
para tu entrada triunfal al cielo rojo.

A.

martes, 24 de mayo de 2011

70 años, Bob.


"If you want to keep your memories, you first have to live them." 


Bob Dylan, 24 de mayo 1941

lunes, 23 de mayo de 2011

Pandémica y celeste.


Foto: Nick Brandt

"...Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,



pero un cuerpo es el libro en que se leen..."

Jaime Gil de Biedma

viernes, 13 de mayo de 2011

Volver.


“Ítaca, cualquier Ítaca, es un lugar interior. Ese origen al que, en determinados momentos de nuestra vida marcados por un esencial cansancio, anhelamos volver no es un lugar geográfico, ni tampoco metafísico, sino un estado. (...) Acaso la inocencia no sea otra cosa que la incapacidad para el juicio, y ésta sea la razón de que, en los primeros albores de la existencia, el mundo sea experimentado con sencilla y gozosa plenitud. Ese gozo sin motivo, esa plenitud es a lo que nos referimos cuando hablamos de ‘la infancia’ con nostalgia, es lo que esa palabra significa, lo que señala. Y si del territorio en el que transcurrió nos vimos, por cualquier motivo, exiliados, es a él al que ingenuamente creemos que hemos de volver para recuperarla. Mi Ítaca es, o ha sido, Bélgica”.

Bélgica, Chantal Maillard, 2011

miércoles, 4 de mayo de 2011

Doblan por ti.

Foto: Verónica Piccone

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por alguna muerte tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
Como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad;
Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti.

John Donne, Devociones para ocasiones emergentes (1624).